La agorafobia sigue siendo una de las fobias más comunes, y puede relacionarse directamente con otras patologías. Cuando la agorafobia se empieza a presentar en un adulto mayor es más difícil de diagnosticar, ya que comúnmente se asocia de forma equivocada a los trastornos relacionados con la ansiedad y el pánico como algo propio de la vejez.

Las señales de agorafobia en la edad tardía suelen ser más difíciles de identificar, ya que por lo general los adultos mayores siempre serán más descriptivos y harán más énfasis en los síntomas físicos antes de en los emocionales; provocando en la mayoría de los casos una confusión de la sintomatología con las de algunas otras patologías. Sin embargo, los ataques de ansiedad y pánico pueden distinguirse de otros síntomas; pues en el adulto mayor así como en el adulto joven empiezan a manifestarse en lugares públicos y concurridos.

En los ancianos la agorafobia puede llegar a ser más agresiva y pasar de la etapa de evitar algunas situaciones que provocan ansiedad, a la de total aislamiento y la negación a abandonar el hogar en menor tiempo. La dependencia de otras personas y la necesidad permanente de compañía también se ven acentuadas en los pacientes con agorafobia de edad avanzada, siendo el constante miedo a la muerte uno de los puntos que más llegan a debilitarlo.

La agorafobia relacionada con otros trastornos en la edad madura

En la edad adulta, la ansiedad y el pánico causado por la agorafobia pueden ser a su vez síntomas previos a la aparición de otras enfermedades de índole similar. Un ejemplo de esto es la aparición del alzhéimer luego de sufrir repetidos ataques de ansiedad y desorientación, que evidentemente están relacionados con la pérdida de memoria repentina; pero que no carecen de las características propias de los síntomas iniciales de la agorafobia.

Ante el difícil diagnóstico de la agorafobia en la edad adulta avanzada, el tratamiento debe ser cuidadoso, aplicarse de manera no muy intensa y estar diseñado para ir descartando otros posibles trastornos que puedan confundirse con la agorafobia. Los pacientes de edad avanzada suelen estar polimedicados, por lo que un tratamiento con fármacos no es muy recomendable; la mejor opción en estos casos es la de las terapias de apoyo verbal, grupos de apoyo y evitar el aislamiento, ayudando al paciente a mantener la calma mientras se enfrenta a las situaciones que provocan los ataques.

Por wicb

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