Las erupciones comenzaron desde el pasado 19 de marzo, en el Fagradalsfjall volcán en escudo cercano a un pueblo pesquero, dentro de la península de Reykjanes, relativamente cerca de la capital de Islandia. Manifestaciones que fueron de poca intensidad gracias a su localización, sin afectar los poblados aledaños o la infraestructura esencial.
Sin embargo, se tomaron ciertas medidas para mantener la población fuera de las carreteras cercanas, y evitar lugares próximos a la fisura volcánica donde se puedan acumular gases tóxicos. Erupciones que en parte se preveían por la importante actividad sísmica que presentó la zona, además dicho volcán en específico no hacía erupción desde hace miles de años.
Las autoridades mencionaron que la actividad sísmica había encendido las alertas, y se esperaba que desencadenara manifestaciones volcánicas de este tipo, destacando que el lugar se encuentra plenamente monitoreado por profesionales. Acontecimiento que se estima durará unas cuantas semanas, atrapando todas la atención de los medios.
Ya que los pobladores locales se acercaron a contemplar el espectáculo, grabando fotos y videos que se hicieron virales a través de las redes sociales. La lava emergió lentamente a través de una fisura en la corteza terrestre, que levantó fuentes de magmas capaces de enrojecer el cielo sin poner en peligro la vida de los habitantes.
Dicha erupción ha puesto al volcán como un gran atractivo turístico, tanto para la población local como para aquellos turistas que ya se encuentran vacunados, pues la paulatina erupción de lava se ha extendido por varios días, causando un escenario inusual y digno de contemplar.
Permitiendo así la reapertura del turismo en la isla, rubro que significa bastante para la productividad del sector y que se había visto gravemente afectado por la pandemia, gracias a una erupción paulatina que no se sabe cuándo culminará.